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La ruta de la plata

Mi primer viaje por Latinoamérica me llevó a Sudamérica, concretamente a Argentina, Bolivia y Perú. Fue un viaje que había preparado bastante, pero la realidad superó toda expectativa.

De Viena volé a Madrid y de allí a Buenos Aires. Era la primera vez que cruzaba el “charco”, como a veces se llama coloquialmente al océano Atlántico. Era un vuelo nocturno y estaba tan nervioso que casi no dormí. Nunca había estado tantas horas en un avión. Cruzar el Atlántico de noche fue toda una experiencia: tormentas a lo lejos a la altura del ecuador, la cantidad de estrellas que se veían, el océano sin fin, la luna y sobre todo, el aterrizaje en Buenos Aires.

Ninguna ciudad en Europa se puede comparar a las grandes metrópolis latinoamericanas. Solo en el Gran Buenos Aires, es zona metropolitana que no tiene fin, vive más o menos el doble de habitantes que tiene Austria. Llegar de noche es toda una experiencia. Las oscuras aguas del río de la Plata, que uno piensa que es el Atlántico, pero no, es un río, dan paso bruscamente a un mar de luces sin fin. Todo lo que podía ver desde la ventanilla eran luces hasta el horizonte. No se acaba nunca. El aeropuerto está a más de 30 km del centro de Buenos Aires.

Buenos Aires es la última ciudad de Europa. Allí se mezcla América, España e Italia. Es una ciudad viva, llena de arte, cultura, historia, música y ruido. Buenos Aires necesita tiempo para ser recorrida. Es grande y está llena de cosas interesantes. Se puede aprender mucho allí. Hay mucho para hacer y ver. Se pueden hacer los recorridos turísticos habituales. Todos los hostels organizan excursiones y paseos guiados. Los hay temáticos: la Buenos Aires italiana, las invasiones inglesas. Hay muchos museos también. A mí me sorprendió mucho uno que visité por accidente. Era la antigua cárcel de mujeres y era un museo penal, sobre la historia de las cárceles y las colonias penales en Argentina. Lo que más me sorprendió fue que el director del museo, que me hizo de guía, ya que no es un museo muy visitado y parece que se aburría un poco, me contó que durante la dictadura fue cárcel de presos políticos. Muy orgulloso me contaba que no eran presos comunes, sino políticos. Gente honrada presa por sus ideas. De repente me quedé helado. El director de una prisión de la dictadura, que seguro sabía de las desapariciones y asesinatos que sucedían en aquella época, defendiendo a sus antiguos presos. Salí blanco.

Otra cosa que me sorprendió mucho fueron los “combates de gallos”. Son como los que hay en el mundo del rap, pero con tango. Tuve la suerte de estar durante el festival de tango de agosto y poder ir a bastantes conciertos. Hay muchos tipos de tango: de vanguardia, clásico, electrónico. Solo hay que elegir el que más nos guste.

Casi todo el mundo piensa que como soy hablante de español lo tuve fácil para comunicarme, pero no fue así. La primera semana fue como aprender un idioma nuevo. Es una de las variedades del español que más me gustan: la melodía, el vocabulario, la viveza de sus expresiones. Eso sí, hay que aprenderlas, porque si no, todo es un quilombo y puedes terminar en el horno si no entiendes algo.

Después de unas semanas en Buenos Aires, tomé un bus para Córdoba. El viaje acababa de empezar.


 

Alberto del Amo Gimeno unterrichtet Spanisch am Sprachenzentrum.  

Er reist gerne mit seiner Kamera und ein paar Büchern. Er ist von Argentinien bis Mexiko gereist und meint: "Wenn alles klappt, ist es nur langweilig."


© Fotos: Alberto del Amo Gimeno

 


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